La seguridad frente a incendios no depende únicamente de extintores, rociadores automáticos o alarmas. Existe otro nivel de protección, menos visible pero igual de importante, que se integra directamente en la construcción de los edificios: la protección pasiva contra incendios.
Este conjunto de soluciones no apaga el fuego de manera directa, pero sí consigue algo fundamental: retrasar la propagación de las llamas, proteger la estructura y dar tiempo suficiente para evacuar y actuar. En este artículo repasamos en detalle los principales sistemas de protección pasiva contra incendios, cómo funcionan, en qué contextos se utilizan y qué normativa los regula.
Un sistema de protección pasiva contra incendios está compuesto por elementos constructivos o tratamientos que, por su naturaleza, resisten el fuego o impiden su avance. A diferencia de los sistemas activos, no requieren de acción humana ni mecánica.
Su papel es doble:
En otras palabras, son la primera línea silenciosa de defensa: siempre están ahí, integrados en paredes, techos, vigas o juntas, sin necesidad de activarse.
Principales tipos de sistemas de protección pasiva contra incendios
Los morteros ignífugos son una de las soluciones más utilizadas para proteger estructuras metálicas y forjados. Se aplican en forma de proyección, recubriendo vigas y pilares con una capa aislante que retrasa la acción del fuego.
Estos productos permiten alcanzar resistencias certificadas R-30, R-60, R-90 o incluso R-120, según el espesor aplicado. Son comunes en naves industriales, aparcamientos subterráneos o edificios de gran altura donde la estabilidad estructural es prioritaria.
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Las pinturas intumescentes se aplican como un recubrimiento estético sobre estructuras metálicas o de madera. Su reacción al calor es muy particular: al alcanzar cierta temperatura, la pintura se expande y forma una espuma rígida que aísla el material base.
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En cualquier construcción existen huecos para instalaciones: pasos de tuberías, bandejas eléctricas, conductos de climatización… Todos ellos son puntos vulnerables en caso de incendio, ya que pueden convertirse en “túneles” para el humo y las llamas.
Los sellados cortafuego resuelven este problema mediante masillas, espumas o morteros intumescentes que cierran estos huecos y restauran la estanqueidad del elemento constructivo.
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Las franjas cortafuegos se instalan en puntos críticos de las cubiertas o fachadas, especialmente en edificios industriales o comerciales de grandes dimensiones. Su función es clara: impedir que el fuego se propague de un sector a otro a través de la envolvente del edificio.
La normativa establece dónde y cómo deben colocarse estas franjas, que pueden estar hechas de lana de roca, morteros o paneles ignífugos.
5. Compartimentación y sectorización de incendios
Una de las medidas más efectivas es la compartimentación, es decir, dividir el edificio en sectores de incendio separados entre sí por elementos resistentes al fuego: muros, puertas cortafuego, techos o vidrios especiales.
El objetivo es sencillo pero vital: contener el incendio en un área concreta el mayor tiempo posible. Esto reduce el riesgo para las personas, minimiza daños materiales y facilita la intervención de los equipos de extinción.
Las estructuras metálicas y de madera son especialmente sensibles al calor. En el caso del acero, a partir de 500 °C pierde gran parte de su resistencia. En la madera, aunque tarde más en arder, el fuego puede comprometer su estabilidad si no está protegida.
En España, la instalación y uso de sistemas de protección pasiva contra incendios está regulada por:
El cumplimiento de estas normativas no solo es obligatorio, sino que también garantiza que las soluciones instaladas han sido probadas y certificadas para resistir en condiciones reales de incendio.
La protección pasiva se integra en la construcción (morteros, pintura intumescente, franjas cortafuegos, sectorización) y no necesita activarse para funcionar: actúa ralentizando la propagación del fuego y protegiendo la estructura.
La protección activa, en cambio, engloba sistemas que detectan o combaten directamente el fuego, como extintores, rociadores o detectores de incendios. Lo ideal es combinar ambas para lograr una seguridad completa.
No, la lana de roca no es inflamable. Es un material mineral con un punto de fusión superior a 1.000 ºC, por lo que se utiliza como aislante térmico y acústico y como componente habitual en franjas cortafuegos y morteros proyectados. Además, cuenta con certificaciones que garantizan su eficacia como material ignífugo.
Depende del tipo de producto y del espesor aplicado. Una pintura intumescente puede proteger estructuras metálicas o de madera durante 30, 60, 90 o hasta 120 minutos. El cálculo del espesor debe realizarse según la normativa y el nivel de resistencia requerido en cada proyecto.
Sí. El CTE DB SI establece que los edificios deben dividirse en sectores de incendio para limitar la propagación de llamas y humo. Esto se consigue mediante muros, forjados y elementos cortafuego que garantizan una resistencia al fuego mínima. La sectorización es una de las medidas más eficaces dentro de la protección pasiva.
La protección pasiva tiene la ventaja de ser constante y silenciosa: no depende de sensores ni de intervención humana. Su misión es ganar tiempo y reducir daños, algo fundamental en los primeros minutos de un incendio. Sin embargo, no sustituye a la protección activa, sino que la complementa. Ambas son necesarias para cumplir la normativa y garantizar la seguridad total.
La protección pasiva contra incendios es la base sobre la que se sustenta cualquier estrategia de seguridad. Morteros, pinturas, sellados, franjas o compartimentación no actúan de manera espectacular, pero son decisivos para salvar vidas y evitar que un incendio acabe en desastre.
Elegir el sistema adecuado depende del tipo de edificio, de su uso y de los requisitos normativos. Por eso es clave contar con especialistas capaces de diseñar una solución a medida. En Servypro ponemos a disposición de nuestros clientes un equipo técnico con experiencia y materiales certificados para garantizar la máxima seguridad.