En el ámbito de la protección pasiva contra incendios, es habitual que se confundan dos tipos de recubrimientos clave: la pintura intumescente y la pintura ignífuga. Aunque ambos materiales se utilizan para aumentar la seguridad frente al fuego, su composición, funcionamiento y aplicación son diferentes. En este artículo te explicamos con claridad las diferencias entre pintura intumescente y pintura ignífuga, para que sepas cuándo utilizar cada una y por qué.
La pintura intumescente es un recubrimiento especial que reacciona al calor extremo. Al exponerse a temperaturas elevadas (generalmente a partir de 200 °C), esta pintura sufre una transformación química que provoca su expansión, formando una espuma carbonosa y aislante que aumenta de 15 a 100 veces su grosor original. Este efecto “acolchado” actúa como barrera térmica, retrasando el calentamiento de la estructura metálica o de madera y aumentando su resistencia al fuego durante un tiempo determinado (por ejemplo, 30, 60, 90 o 120 minutos).
La pintura ignífuga no se hincha ni reacciona al calor como la intumescente, pero está formulada con componentes que reducen la inflamabilidad del soporte tratado, evitando que el fuego se propague rápidamente. En otras palabras, retrasan la ignición y dificultan la combustión de los materiales combustibles. Su acción es más pasiva y no genera un efecto aislante tan potente como la pintura intumescente, pero cumple un papel importante en la contención inicial de un incendio.
Característica | Pintura intumescente | Pintura ignífuga |
Reacción al fuego | Se expande formando una espuma aislante | No se expande, actúa como retardante |
Finalidad principal | Aumentar la resistencia estructural al fuego | Reducir la inflamabilidad de superficies |
Espesor | Mayor, dependiendo del tiempo de protección | Menor, similar al de una pintura convencional |
Materiales compatibles | Acero, madera, hormigón | Madera, textiles, cartón-yeso, plásticos |
Certificaciones comunes | EN 13381, EN 13501 (R30, R60…) | EN 13501 (clasificaciones B, C…) |
Uso típico | Estructuras portantes | Revestimientos no estructurales |
Una empresa necesita proteger la estructura portante de su nave industrial, compuesta por vigas y pilares de acero. El objetivo es cumplir con la normativa R60 (resistencia al fuego durante 60 minutos). En este caso, la solución ideal es aplicar pintura intumescente, que retrasa la subida de temperatura del acero, evitando que pierda su capacidad portante.
Un hotel boutique cuenta con techos y paneles de madera natural en zonas comunes. Para cumplir con las exigencias de reacción al fuego, pero sin alterar el diseño interior, se opta por aplicar una pintura ignífuga, que reduce la inflamabilidad del material sin modificar su aspecto.
Durante la reforma de un centro educativo, se decide reforzar la seguridad en caso de incendio. Se aplica pintura ignífuga sobre puertas de madera y tabiques divisorios, y pintura intumescente en los refuerzos metálicos expuestos del gimnasio para garantizar su integridad estructural.
Un local comercial requiere una clasificación EI60 para su estructura metálica y clasificación Bs2d0 para los acabados interiores. Se combina una pintura intumescente en la estructura metálica y una pintura ignífuga sobre techos decorativos de madera.
Tanto las pinturas intumescentes como las ignífugas deben estar ensayadas y certificadas bajo normativa europea. Algunas de las más importantes son:
Puedes consultar la normativa completa en el sitio oficial del Código Técnico de la Edificación: https://www.codigotecnico.org/
La diferencia entre pintura intumescente y pintura ignífuga radica en su forma de actuar frente al fuego, sus objetivos y aplicaciones. Ambas son herramientas fundamentales en la protección pasiva contra incendios, pero deben emplearse de forma adecuada y según el tipo de soporte y nivel de exigencia normativa.
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